Nuevo lunes en la isla. Ha sido un fin de semana...bastante interesante, por decirlo de alguna manera. Ando por casa, con la música puesta ya que mis padres se han ido a trabajar y yo me he quedado con los perros limpiando un poco.
Desde mi casa se ve el Teide bien nevado y eso me alegra, aunque todavía no haya podido subir a ver la nieve. Y no se si podré, porque los reyes son este fin de semana y va a ser una locura.
Mmm...me ha venido justamente hoy la señorita. Después de lo del sábado, tuve cólicos y me lo estaba oliendo. Hacia un mes que no me venía pero al menos no me pongo histérica sino que me lo tomo con buen pie.
Johny está en el balcón mientras que Sally me acompaña en la limpieza del los dos dormitorios. Si yo le enseño la aspiradora, ella sabe que tiene que quitar la alfombra para yo poder limpiar. Ella es muy inteligente.
De pronto, cuando he terminado de limpiar mi cuarto, que era lo último que me faltaba, Johny empieza a ladrar desde el balcón con energía y Sally me mira con curiosidad
-No esperaba a nadie guapa, así que no me mires así - le digo a ella mientras me dirijo al balcón donde Johny sigue ladrando. Cuando salgo y miro a la calle, me quedo boquiabierta; Sebastián, con su bonito Opel Corsa azul, está aparcado frente a mi balcón. ¿Qué hace aquí? Me tiembla todo. Me mira y yo lo miro.
- Hola Mónica - le saludo con la mano porque se me ha paralizado el habla - ¿qué tal? No sabía tu portero...y el perro me vio y empezó a ladrar como un loco. No pensé que fuera tuyo...
- Se llama Johny - me sonrojo. ¡Ha venido a verme! Son las 11:30 de la mañana y él chico con el que he pasado un finde sensacional, por no decir sublime, está en mi calle, saludándome. Tengo que hacer algo
- Si quieres...puedes subir y tomarte un café - se lo piensa
- ¿Seguro que no molesto? - yo niego - bueno, si es así, no te voy a hacer el feo
- El portero es el 4 y el ascensor el 2 - el asiente y saca su pequeño bolso del coche. Lo cierra y yo entro a toda prisa adentro con Sally y Johny a mis pies - !Madre chicos! Como estoy y Sebas que va a subir - recojo todo y suena el portero. Corro y le abro. Luego voy a mi cuarto y me cambio de ropa lo más rápido posible. Me miro al espejo cuando el toca la puerta y al ver que estoy bien y que Johny está otra vez ladrando, voy a abrir. Sally esta sentada en el suelo, al lado de teléfono de la entrada, esperando a que abra. No ladra y eso me extraña.
- Hola - le digo y le hago pasar - no te esperaba - cierro la puerta y cuando me doy la vuelta, me sorprendo al ver lo bien que le cae Johny a Sebastián. Éste le está rascando la barriga y el perro goza tranquilamente
- No pensaba pasar por aquí...pero no resistí la tentación de verte de nuevo. Hablé con César y le pedi el número de Gara para que me dijera donde vivías y me di un salto - sonrío. Él se acuclilla cerca de Sally y la anima a venir. La perra me mira y, al ver que no dejo de sonreír, se acerca poco a poco a él y se deja acariciar - tienes dos perros muy simpáticos y cariñosos
- La verdad que no me quejo - voy a la cocina a preparar una cafetera - ¿Te apetece café o té? - y sin darme cuenta de en qué momento ha entrado a la cocina, siento sus brazos al rededor de mi cintura, tentándome. Apoya su barbilla en mi hombro y susurra.
- Me apeteces tú, Monica. Creo que te lo deje muy claro el sábado - ni qué decir tiene lo mucho que me acuerdo de esa intensa noche - estoy loco por ti, por todos tus huesos. No he dormido mucho desde ese día y no se si podré dormir si no estás conmigo - ¡Oh, que tierno! No es la declaración que una siempre desea, pero se que siente algo por mí...y yo siento mucho por él
- ¡Oh Sebas! No debimos hacerlo. Ahora nos estamos atormentando - termino de poner la cafetera y me recuesto en él - lo que hicimos fue una locura
- Un locura que me llego al corazón Monica, entiéndeme. Ya... - me doy la vuelta en su abrazo - ya no sé vivir si no estoy a tu lado. Sé que suena dramático pero te has convertido en mi estrella favorita. Te necesito, por todo lo que eres - no aparta su mirada de la mía - por todo lo que somos juntos. Por favor Monica, dime que tú estás igual. Me reconfortaría saber que no soy el único que se está volviendo loco - lo beso. ¿Qué estoy haciendo? Él me acepta y me lo devuelve con intensidad, como me gusta. ¡Oh Dios mío!
A los pocos minutos estamos en el sofá del salón, medio desnudos. Los perros se han ido a dormir al cuarto y él y yo estamos solos solitos, sin nada que esconder. Me mira y lo miro. No puede haber una mirada más sincera que la de él.
- Como dice la canción Monica - y me la canta - "Convénceme de ser feliz, convénceme...convénceme de no morir, convénceme...que no es igual felicidad que plenitud...que un rato entre los dos y una vida sin tu amor"
CONTINUARÁ...